miércoles, 23 de enero de 2019

LAS PRIMICIAS





    LAS PRIMICIAS




Honra a Jehová con tus bienes, y con las 

primicias de todos tus frutos. 


Proverbios 3:9




Marta era muy aficionada a las flores y las plantas. Al ver el interés de ella, su padre le había concedido un pedazo de terreno en el jardín de su casa para que ella lo cultivase. Su hermano Pepe de vez en cuando la ayudaba a sacar las malas hierbas. ¡Con qué ansias esperaba la cosecha de las verduras y las frutas que había sembrado!


FRESAS MADURAS


 Un día Pepe vino corriendo en busca de Marta. En las manos llevaba algunas fresas maduras. Quería pedir permiso a su hermana para comérselas. ¡Se le hacía agua la boca al mirar las hermosas frutitas rojas! –¡Marta, Marta! He recogido las primeras fresas maduras. ¡Vamos a probarlas! Pepe estaba por metérselas en la boca cuando Marta lo detuvo. Con toda seriedad dijo: –No podemos comer esas fresas, Pepe. Es el primer fruto maduro de nuestras plantitas. –Y ¿qué? Con mayor motivo podemos disfrutar de ellas. Yo me las como. –No, no. Son las primeras fresas, y... –Y... las fresas deben estar bien ricas –dijo Pepe, dando vueltas con la lengua por los labios.


LA PRIMERA COSECHA



Tú sabes lo que hacen mamá y papá con los frutos de la primera cosecha. Siempre los dan para el Señor. Yo quiero dar al Señor mis primeras fresas. –¡Ah! –exclamó Pepe–. ¿Cómo podrás darle al Señor las primeras fresas? Y aunque pudieras, ¿las aceptaría Él? Marta guardó silencio por unos momentos y luego contestó: –Ya sé lo que voy a hacer. Jesús dijo que si hacemos algo a uno de sus hermanos pequeños se lo hacemos a Él. Llevaré las fresas a nuestros a la casa de Dios.




Pepe se quedó con las ganas de comer las ricas
frutitas. Él no podía comprender la importancia de dar
la primicia, el primer fruto, al Señor; pero tuvo que
ceder ante la decisión de Marta porque el terreno y las
plantas eran de ella.

FRESAS




De mala gana Pepe puso en una fuente las fresas
que había recogido y fue con Marta a buscar más fresas
maduras. Juntos fueron a la casa de Dios para
ofrecer las fresas y con alegría se las entregaron a nuestros pastores ellos se alegraron cuando vieron ese gran gesto tan bello de marta.
Marta y Pepe volvieron felices a casa. Otro día ellos
comerían fresas. Ahora tenían la alegría de haber compartido
el primer fruto de la huerta lo mejor de todo era que sentían en su corazón que el Señor había aceptado la ofrenda.
Días después Marta aprendió un versículo de la
Biblia que habla de las primicias. Apréndelo tú también.

                                 Leer proverbios 3:9




TUS PRIMICIAS


No todos tenemos un jardín o un huerto de donde
ofrecer primicias al Señor. Pero todos alguna vez recibimos
dinero como propina o como pago por un trabajo.
Antes de pensar en cómo gastarlo, demos una parte
al Señor. ¿Darás tu primicia? Llevarla a la iglesia.



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0414-542/873

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